El líder cubano consideró el ajedrez como su segunda novia y lo convirtió en un elemento clave del éxito revolucionario

1 de mayo de 1962. Plaza de la Revolución, La Habana (Cuba). Por iniciativa del ministro de Industrias, el comandante Ernesto ‘Che’ Guevara, se celebró la primera edición del torneo Memorial Capablanca, en homenaje al excampeón del mundo cubano. Un millón de personas cantaron ‘La Internacional’, la letra que el francés Eugène Pottier escribió en 1871 sin saber que se convertiría en el himno de los trabajadores del mundo. La escena emocionó a los 22 participantes del torneo, por el tono épico y la multitud que coreaba. Esa mañana estaba prevista una exhibición de partidas simultáneas, pero empezó a llover a cántaros. Uno de los jugadores, el Viejo Najdorf, sugirió suspender el acto. El primer ministro Fidel Castro se quitó la chaqueta y se la ofreció al Viejo: «Jugarás mejor bajo el agua». Algo así le dijo. Y la lluvia debió influir en el ánimo del argentino de origen polaco porque Najdorf se proclamó campeón del torneo, por delante del soviético Boris Spassky. Cuando regresó a Buenos Aires, Najdorf le contó la historia pluviosa a su hija Liliana: «Fue la primera vez que simultaneé mojado», bromeó. A los pocos días, Najdorf le pidió a Liliana que lo acompañase. Fueron a la casa de un matrimonio. Allí, el Viejo hizo entrega de «un paquete con cartas y fotos». Liliana narra este fragmento en su obra «Najdorf x Najdorf» y ofrece un dato sorprendente: eran los padres del ‘Che’, a quien Najdorf, a pesar de su perfil apolítico, siempre admiró, por su carácter apasionado.

Puedes leer el artículo completo en la sección ‘Cuentos, jaques y leyendas’ de diario SUR , escrito por Manuel Azuaga,


Ilustraciones a cargo de Sr. García, un reconocido artista con premios y distinciones de primer orden en su profesión.

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